martes, 24 de febrero de 2015

La abuela del backgammon se llamaba tabula (y sigue viva)


Partida animada, en una pared pompeyana
En las tabernas y palacios; por las noches o durante las sobremesas; en los campamentos que guardaban los límites del Imperio o en las calles de la Urbe; por entretenimiento o para matar el rato en las interminables esperas que imponía la Administración... El juego era ubicuo en la Antigua Roma y cualquier sitio era bueno para echar una partida. Donde no había tableros, se esgrafiaban las baldosas de la calle o las tejas (en otro ejemplo más de uso no convencional). Las reglas de muchos de estos juegos se ha perdido, pero Javier Rodríguez y Carlos Fernández han buceado en busca de información para intentar recomponer el puzle con las piezas que han llegado hasta nosotros. Las conclusiones  de esta investigación las han recogido en el libro "Juegos y pasatiempos de la Antigüedad".


P: ¿Cómo surgió vuestro libro? ¿De dónde os viene el interés por los juegos de la Antigüedad?
Javier Rodríguez: Surgió como un aspecto más de la faceta de recreacionismo histórico de la asociación cultural Hispania Romana. Nos quejábamos muchas veces de no tener tiempo libre durante las actividades de la Legio VIII Hispana para poder descansar un poco, pero cuando lo teníamos no sabíamos qué hacer con él y hasta nos aburríamos. Me planteé recrear algún pequeño pasatiempo histórico, como un juego de dados. El primer juego que practiqué fue lanzar unas nueces y resultó ser muy divertido. En agosto de 2012 comencé a recopilar información y, para mi asombro, en apenas tres meses tenía noticia de más de 60 juegos antiguos en Grecia y Roma. Luego Carlos Fernández me presentó algunos juegos egipcios y sumerios, que yo no pensaba abordar, pero que resultaron ser sumamente interesantes. Por tanto, decidimos estudiar conjuntamente los pasatiempos históricos más representativos, ya que muchos de ellos han sido juegos que han traspasados fronteras y épocas sin perder un ápice de encanto.

P: ¿Cómo se puede estudiar los juegos a los que jugaban en la antigua Roma? ¿Hay fuentes antiguas que nos describan las reglas de algún juego?
Muchacha jugando a las tabas.
 J.R: Hay mucha información a pesar de que la gran mayoría se ha perdido. En general, los autores clásicos no sentían la necesidad de explicar para la posteridad aquellos aspectos cotidianos de la cultura de su época, aunque sí tenemos referencia de que se escribieron libros de juegos explicando las reglas: uno de ellos escrito por Tiberio Claudio, futuro emperador de Roma, que desgraciadamente se perdió. Sin embargo, autores más populares como Marcial, Horacio, Juvenal, Ovidio, Plauto, etc., comentan aspectos de su vida cotidiana y de la de sus amigos y vecinos. Por ejemplo, el poeta romano Persio Flaco evocaba su niñez recordando cuánto le aburría la escuela pues tenía que memorizar largos textos de Cicerón y otros autores serios. Con frecuencia se untaba los ojos con aceite para que la irritación le impidiese leer las lecciones: entonces su mayor deseo era salir a la calle a jugar a los dados, a embocar guijarros en un ánfora, o bailar el trompo. Suetonio relata las fiestas en el palacio imperial y de los pasatiempos favoritos de Cesar Octaviano, lo que nos informa de cuáles eran las tiradas especiales que ganaban en el lanzamiento de las tabas. Conocemos con detalle todos los tipos de pelota que usaban los romanos pero, desgraciadamente, apenas sabemos nada sobre cómo se usaban. Y, una curiosidad: el único juego de pelota cuyas reglas conocemos es gracias a Petronio que nos lo describe en el Satiricón, pero el autor no nos dice su nombre: por similitud, podría tratarse del juego del trigon pero algunos estudiosos prefieren llamarlo “el juego de Trimalción”.

La arqueología es fundamental ya que nos proporciona los auténticos elementos de juego sobre los que podemos aplicar las descripciones de las fuentes escritas y recomponer groso modo su desarrollo. Otro ejemplo fantástico: el tablero de latrunculi de la “tumba del druida”. En 1996 se excavó en Stanway, cerca de Colchester (RU), el sepulcro de un noble britano muerto hacia el año 50 d. C. Se le llama druida sin serlo porque se le enterró con una serie de instrumentos quirúrgicos, lo cual delataría su profesión médica. Sobre los instrumentos se dispuso un tablero de juego: la madera se pudrió pero las fichas quedaron en la posición original de comienzo de partida con al menos un movimientos de apertura. Aunque no estemos seguros de si es un pasatiempo aborigen o romano, si que nos dice que las piezas se mueven en vertical u horizontal; no en diagonal. Otro tanto ocurrió con los tableros del juego real de Ur, en el que se pudieron reconstruir un par de preciosos tableros a partir de las incrustaciones de hueso, concha y lapislázuli.

En general, partiendo de la escasa información original, hay que buscar analogías con otros juegos posteriores que están mejor documentados. Afortunadamente los juegos medievales provienen directamente de los juegos antiguos con escasas, y a veces nulas, modificaciones. Son estas fuentes las que nos ayudan a recomponer los mecanismos de los juegos más populares y su procedencia. Probablemente algunos textos son transcripciones de libros de juegos bizantinos, ya perdidos los originales griegos y romanos. Indiscutiblemente el más famoso es el “Juegos diversos de Axedrez, dados, y tablas con sus explicaciones, ordenados por mandado del Rey don Alfonso el sabio”, rey de Castilla: se escribió entre los años 1251 y 1280, y describe algunos juegos nuevos pero repasa aquellos más populares de su tiempo. También Isidoro de Sevilla dedica un capítulo a analizar los pasatiempos del pueblo, pero aunque a veces yerra en sus especulaciones históricas, nos habla de los elementos de juegos y trata de discernir sus orígenes. En la actualidad hay bastantes trabajos sobre el tema pero en su inmensa mayoría se editan en inglés, algo en alemán y muy poco en francés o en italiano: en español es extremadamente difícil encontrar libros. Internet es una inmensa fuente de información, pero hay que tener cuidado: o bien es de escasa calidad o bien no está suficientemente documentada.

P: La mayoría de los tableros que han llegado hasta nosotros han permanecido grabados en piedra, pero es posible que la mayoría fuese de madera. ¿Ha llegado hasta la actualidad alguno de estos tableros o alguna representación en pintura que os haya servido de modelo para reconstruirlos?
Carlos Fernández: Por supuesto, incluso de madera, sobre todo maderas nobles, y egipcios, procedentes de tumbas reales que han permanecido intactos, representaciones en pinturas, vasijas griegas y sobre todo dados de todos los tamaños y materiales y tabas.
Carlos Fernández explica las reglas del mancala.
P: ¿De qué juego se sabe más y de cuál menos?
J. R: Los juegos de dados están relativamente bien representados en la literatura: son juegos bastante simples y las reglas son escasas y claras: las partidas de los emperadores Augusto, Calígula, Nerón y Vitelio eran legendarias por su duración y apuestas, y a veces comentan las jugadas ganadoras o perdedoras. Esquilo, por ejemplo, en su obra "Agamenón", nos informa que que la mejor tirada que se puede obtener con los dados son tres seises. También Platón usa un proverbio popular para referirse a estar en una situación desesperada como si en una tirada de dados se obtuvieran “tres seises o tres ases”; es decir, o todo o nada. Quizá se hayan perdido algunas variantes, pero los juegos básicos han perdurado a lo largo de la historia incluso hasta nuestros días. Las tabas se juegan exactamente igual ahora que hace 25 siglos, pero el sistema de puntuación antiguo es diferente: Suetonio nos dice que para los romanos la ganadora era la “tirada de Venus” y la fatídica era la de los “buitres”. Son jugadas especiales que hacen perder a ciertas tiradas altas o ganar a algunas bajas. Afortunadamente comparando varias fuentes distintas podemos recomponer todas las jugadas posibles y su puntuación.

Los más difíciles de recrear son los juegos de tablero, de los que los arqueólogos han encontrado muchísimos elementos de juego intactos (latrunculi, senet, juego de Ur, tabula, etc.) pero se desconocen las reglas. Muchísimas cerámicas griegas se decoran con escenas de la Ilíada y la Odisea, en el que Palámedes (el inventor de los pasatiempos, según los griegos) y Odiseo se enfrascan en una entretenida partida ante un tablero… pero no se puede apreciar de qué juego se trata o cómo están dispuestas las piezas. Otra fuente son las tumbas, donde se depositaba todo aquello que el difunto apreciaba en vida, entre ellos sus juegos favoritos. En las paredes de las egipcias también se representa a la gente echando una partida al senet (o similar) con su esposo/a.

Sin embargo hay un ejemplo de juego histórico original del que se tienen las reglas: la tabula. Es el antepasado directo del backgammon (chaquete o tablas reales) en el que el jurista Julio Pólux, curiosamente en un tratado de jurisprudencia, comenta una partida del emperador de Bizancio, Zenón. Señala la posición exacta de todas las piezas en el tablero y la puntuación que obtuvo al lanzar los dados. Al detallar la jugada que se vio obligado a realizar y que le hizo perder la partida a pesar de tener mejor posición que el contrincante, podemos apreciar qué movimientos estaban permitidos, cuales prohibidos y deducir las reglas que los restringen. De hecho podemos reconstruir el juego con un 95% de certeza y comprobar que es casi idéntico al backgammon moderno, cuyas reglas fueron reformadas en Inglaterra en el siglo XVIII.

Javier Rodríguez (izq.) y Carlos Fernández guían una partida de tabas.
P: ¿Cuál era el juego más extendido?
J. R: Eran muy populares, sin duda, los dados y las tabas. Pero quizá el más universal sean los juegos de terni lapilli (el “tres en raya”), con sus múltiples variantes. Las piezas son guijarros, cuentas de vidrio o semillas grandes y el tablero es tan simple que se puede grabar en el suelo, sobre una teja rota o sobre la simple tierra. Las ciudades romanas están llenas de estos tableros rasgados en cualquier rincón; especialmente en los edificios públicos, a disposición de cualquiera para aliviar la tediosa espera de la burocracia. Estos tableros son exactamente iguales a los que nos encontramos por toda Europa en sillares de cualquier construcción: catedrales, puentes, palacios, calzadas, etc. Fueron hechos por los canteros para distraerse durante las horas de descanso, lo cual nos dice que tales juegos nunca dejaron de jugarse y se practicaban en idénticas circunstancias. Como cobraban por piedra labrada, reutilizaban todas y por eso podemos encontrar tableros grabados en los rincones más inverosímiles de cualquier edificio antiguo. Uno de estos tableros de tres en raya se encuentra discretamente grabado en el mismísimo trono de Carlomagno, que se puede visitar en la catedral de Aquisgrán. Se dice que está fabricado con losas traídas de Jerusalén: concretamente del suelo del palacio del rey Salomón. Podemos dudar de la leyenda pero no de la pieza material.


P: ¿Hay algún juego de la Antigüedad al que se siga jugando hoy en día? O, al menos, si no es el mismo, una evolución de aquellos. 
J. R: ¡Muchísimos! Casi todos los que jugaban nuestros abuelos son de origen medieval… pero incluso éstos son variantes de juegos romanos que, a su vez, fueron copiados de los griegos, que los adaptaron de algunos juegos de Egipto y de oriente. Podemos considerar antiguos las tabas, las chapas (cara o cruz), los dados, las canicas, el aro, la peonza… todos ellos con más de tres milenios de antigüedad. Ya he nombrado el tres en raya, pero la familia de juegos más extendida del mundo es la del mancala, que se practica en toda África y gran parte de Asia en centenares de variantes. Probablemente se trate del juego más antiguo del mundo, de origen neolítico: wari, owari, awale, agualé, etc. son nombres que indican un origen común y las diferencias entre las variantes de cada región son escasas. Es un juego de colaboración creado por una sociedad agrícola, ya que la mecánica consiste en sembrar semillas en el tablero y recogerlas en determinadas circunstancias. El área geográfica en que se practica estuvo sometida a grandes migraciones históricas, la llamada expansión bantú, que desde el golfo de Guinea expandió las excelentes técnicas agrícolas por todo el continente. Todo ello se puede documentar, en varias oleadas, entre los siglos XXX y V a. C. Posteriormente, los musulmanes extendieron estos juegos por todo el Índico, norte de África, Asia central y extremo oriente hasta Filipinas. El tráfico de esclavos llevó en juego a América, y la emigración del siglo XX lo introdujo, aunque tímidamente, en Europa. Resulta curioso comprobar la popularidad de este juego tan típicamente africano en Estonia.

El backgammon es el único juego de origen romano que se practica hoy, con la diferencia de que ambos jugadores mueven las fichas sobre el tablero en direcciones contrarias, mientras que originalmente lo hacían en paralelo. Solo los juegos de naipes, de origen tardo medieval o moderno, quedan excluidos de esta categoría de juegos antiguos, aunque tampoco hay que despreciarlos por ello.

Estudiando el tema me he quedado muy sorprendido al comprobar que aproximadamente el 80% de los juegos que yo mismo he practicado de niño tenían, sin yo saberlo, su origen en Grecia y Roma. Al fin y al cabo de Pericles apenas me separan entre 100 y 120 generaciones.

P: Tabas y dados parecen unos elementos muy rudimentarios de juego. ¿Se puede presumir, por la antigüedad de aquellos tiempos, que los juegos eran más simples o tenían menos profundidad que los actuales?
J. R: En origen sí; y estamos hablando del IV milenio a. C. Sin embargo el juego es una actividad social y, por tanto, evoluciona al mismo ritmo que la civilización. A medida que la sociedad se hace más compleja, y eso ocurre ya a finales del neolítico, surge la especialización en el trabajo y la aparición de las clases sociales. Son las clases altas las que pueden permitirse el lujo de tener ocio, y para llenarlo crean actividades lúdicas, distracciones y juegos de mesa. Aquí es donde nacen los juegos abstractos como simples pasatiempos. Encontramos juegos tácticos, como el juego real de Ur en Mesopotamia o el senet en Egipto, que son realmente sofisticados y modernos ya en el siglo XXV a. C. Son más sofisticados que el parchís, por ejemplo, y me atrevo a decir que más divertidos y emocionantes. Si defiendo la “modernidad” de estos juegos milenarios en porque encuentro que su jugabilidad es comparable con pasatiempos tan populares hoy en día como el parchís, la oca o el ajedrez… y también por las memorables partidas de senet o juego de Ur que hemos jugado Carlos y yo hasta el amanecer.

Los dados cúbicos más antiguos del mundo aparecieron hace unos años en el éste de Irán, pero al haber sido extraídos ilegalmente del estrato arqueológico no podemos datarlos con exactitud: se les supone la misma edad que el yacimiento, que se fecha entre el 3000 y el 1500 a. C. Hoy en día seguimos usando exactamente el mismo tipo de dados, sin modificación alguna… como si no hubiese pasado el tiempo por ellos.

P: ¿Estaban más extendidos los juegos de azar o los de estrategia?
C. F: Ambos tenían su público y su momento. Los primeros son mas rápidos de jugar. Una sola tirada determina el ganador, mientras que en los segundos hay que echar una partida, como ejemplo los juegos "rasgados" en las piedras, que podemos encontrar en escaleras o calzadas, casi siempre. Un molendinum o un terni lapilli es estrategia pura.

Tablero grabado sobre una teja. Museo de Calatayud.
J. R: No creo que podamos concretar mucho respecto a su difusión: todo depende del nivel social. La gente humilde se entretiene con juegos simples (tabas, dados, semillas, nueces, guijarros, etc.) pero que también tienen un grado de sofisticación que los equipara incluso con el ajedrez moderno. El rico puede permitirse el lujo de tener tiempo libre para jugar largas partidas sobre tableros de maderas nobles con piezas de marfil o cristal; pero tanto patricio como el plebeyo se entretienen con los mismos juegos. El tipo de juego varía según la situación: dados y tabas en una partida rápida fuera de casa y juegos de tablero en el sosiego del hogar, en un ambiente más social tras un banquete con familia y amigos.

Resulta curioso que a los soldados les gustasen más los juegos de estrategia, como el latrunculi y la tabula, que los de azar, pero esto también pudiera haber sido dirigido por los oficiales, ya que éstos fomentan el pensamiento, la reflexión y táctica frente al impulso irracional y la mera fortuna del momento. Tal vez formaran parte del sistema educativo, ya que antiguamente se apreciaba el valor formativo y educacional de los juegos desde la infancia: Aristóteles, Ovidio y Juvenal, por ejemplo, son de ésta opinión. También los juegos de pelota se fomentaban, pero como ejercicio gimnástico o de diversión, no como deporte regulado o espectáculo de masas.

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Si te ha gustado la entrevista, no te pierdas la segunda parte en la que hablamos de los usos sociales asociados al juego

1 comentario:

  1. Buen trabajo, aunque en backgammon veo que no estais puestos, el antiguo juego romano se sigue jugando tal cual era entonces en regiones muy concretas de bulgaria, albania.... y segun pais en el mismo tablero se juega en este tablero un juego totalmente distinto, actualmente se nueve, pero hay muchos mas. Las tablas reales se juega en baleares, muy similar al backgammon actual, no he visto en españa mas gente jugar y si acaso son extranjeros residentes, un saludo jose

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